Estaba sentado en mi casa sin hacer nada. Era de esas veces en que uno tiene la mente en blanco, en la que los pensamientos van pasando de mujer a ave, de ave a insecto, de insecto a galaxia y así. Entonces llegó Mamá y me pidió que hoy llamara yo.
Intenté decirle que no quería hacerlo, que no me hacía bien, pero ella insistió. Insistió tanto, de hecho, que sus ojos bordeaban el llanto. Carajo Mamá, ¿porqué tengo que llamar yo de nuevo?.
Pensé un buen rato sobre lo que iba a decirles. Agarré el yoyo viejo de Papá pero estaba descompuesto; cuando lo lancé la primera vez se quedó enredada la cuerda y no volvió a subir por su eje. Menudo juguete de mierda - pensé - y lo puse detrás del sillón negro, que seguía tristemente roto en la esquina de la sala. Me quedé ahí sentado en mi casa sin hacer nada, pero esta vez no mi mente no estaba en blanco ni pasaba de mujer a ave, de ave a insecto, de insecto a galaxia ni nada. Mi mente solo se enfocaba en el teléfono, y en el hecho de que hoy tenia que llamar yo una vez más.
La última vez aún palpitaba en mi sien como si quisiera hacerse ver, como si fuera una advertencia que mi cerebro ponía de manifiesto: OYEME ESTOY AQUÍ NO TE ACUERDAS DE LO QUE PASÓ NO LO HAGAS NO LO HAGAS NO LOS LLAMES ESTOY AQUI NO TE ACUERDAS.
Siempre que tengo que llamarlos, Ellos provocan que pasen cosas que no me gustan. Mamá llorando y Papá en su ataúd de vivo, no había mucha opción.
Faltaban 15 minutos para las 5, y a Ellos no les gusta que los llame tarde. Carajo, ¿porqué yo? Yo no quiero llamarlos, Mamá, no me hagas llamarlos, no me hagas llamarlos.
Me acerqué al teléfono con la mente en blanco. Mamá me miraba casi con orgullo, pero en sus ojos yo noté una mirada de burla, de esas que ponen los hermanos menores cuando provocan que tus padres te castiguen por algo que hicieron ellos.
Tomó el auricular con seguridad, pero yo sabía que por dentro temblaba de miedo. Ellos siempre causan esa reacción en él, y se que el recuerdo de la ultima vez aún refulgía en su memoria. Pero tenía que hacerlo, tienen que entender... Ellos se enfadan si no los llaman a tiempo, y era su turno esta vez. No puedo seguir tomando las balas por él ni por nadie, Ellos lo sabrían. Ellos lo saben todo, saben que estoy pensando en esto, y saben que seguiré haciéndolo hasta que me llamen a Dormir.
Él puso el auricular en su oreja con firmeza, pero respetuosamente. Marcó su numero y tragó saliva, como si se preparara a morir acribillado. Pasaron dos segundos, dos segundos, dos segundos, y su mirada seguía perdida al frente, mirando un punto en el infinito que yo no alcanzaba a ver desde donde estaba sentada.
Lo que si podía apreciar era como funcionaba su mente a medida que avanzaba el tiempo, podía sentir como su corazón palpitaba con fuerza y como los pelos de su nuca se erizaban a medida que la línea marcaba conexión exitosa.
Podía saber como sus pensamientos divagaban desde mujer a ave, de ave a insecto, de insecto a galaxia...
Y finalmente de galaxia a Ellos.